El uso de tecnologías digitales con fines de aprendizaje ha sido un tema de interés en las agendas políticas y de investigación durante bastante tiempo. A pesar de la creciente conciencia sobre sus beneficios potenciales y el crecimiento exponencial de las aplicaciones y plataformas de aprendizaje on line, hasta hace poco, las tecnologías digitales a menudo se presentaban como enemigos. Por tanto, su uso fue limitado o incluso prohibido en el aula. Había elementos discursivos comunes que apoyaban esta percepción y los procedimientos de restricción concomitantes: en primer lugar, permitir el uso de dispositivos y herramientas digitales fomentaba la distracción de los alumnos; en segundo lugar, fomentaba las trampas tanto en clase como en las tareas; en tercer lugar, la distancia y el contacto limitado entre los profesionales y los alumnos dio como resultado una menor interacción social y la desmotivación de los alumnos y, por tanto, puso en peligro el proceso de aprendizaje; cuarto, la brecha digital impidió un uso más amplio de la tecnología digital. Por último, más recientemente, la protección de datos y las cuestiones éticas se abrieron paso en este conjunto de afirmaciones, ya que se hizo cada vez más evidente que la educación no puede depender de plataformas digitales y recursos de aprendizaje controlados por empresas privadas. Se puede argumentar que la crisis pandémica de COVID-19 de alguna manera anticipó el debate sobre los posibles beneficios y riesgos de recurrir a la tecnología digital en la educación y la formación. Es clave tener en cuenta, como se afirma en el Plan de Acción de Educación Digital de la Comisión Europea (2020-2027), que la crisis pandémica concurrió para acelerar la transición digital en la educación y la formación, pero también generó varios desafíos y planteó más preguntas a alimentar esta compleja discusión (Comisión Europea, 2020). Por otro lado, según el informe de la Comisión Europea, Monitor educativo y de formación 2020, la crisis pandémica de COVID-19 no solo interrumpió la educación y la formación, sino que también reveló el papel clave de la preparación digital de los profesionales (Comisión Europea, 2020).